QUE EL CONFINAMIENTO NO SE CONVIERTA EN AISLAMIENTO

Unos días más en casa …

Después de tantos días en casa, todos tenemos claro que los niños se están perdiendo cosas importantes (la relación de continuidad con otros niños, el aprendizaje compartido, otros adultos de referencia… ). Las familias están haciendo un esfuerzo enorme por hacer su trabajo desde casa, mantener unas ciertas rutinas y ayudar en las tareas escolares.

Ha habido un primer momento en esta extraña situación, en la que los niños han disfrutado de rebajar las prisas, disminuir el nivel de actividad y poder estar más tiempo con sus padres. (No nos referimos a aquellos casos en los que la enfermedad o la muerte de algún ser querido ha estado presente).

Hablábamos de establecer rutinas, escuchar las preguntas, tratar de poner nombre a los sentimientos y aprender entre todos a manejar la preocupación y la tensión emocional. Sabiendo que todo esto es mucho más complicado cuando la situación sociofamiliar es difícil o las condiciones de la vivienda no permiten una cierta comodidad (luz, espacio suficiente, intimidad…).

En general, los niños se han adaptado a esta situación si los padres han estados tranquilos y los niveles de ansiedad previo no eran muy altos. (Por su puesto ha habido rabietas y enfados, días difíciles y la sensación algún rato de que uno no va a poder más…).

Quizás como consejo general frente a los momentos de tensión: Tratar de rebajar la exigencia (tanto en los niños como en los adultos), darnos un poco de tiempo, tomar una cierta distancia y volver a intentarlo. La capacidad de reparación y la negociación (también con uno mismo) son herramientas fundamentales en el cuidado de los hijos. 

CUANDO CONSULTAR

En este momento, me gustaría poner la atención en algunas situaciones especiales:

Prestar atención a aquellos niños que muestran cierta tendencia al aislamiento: prefieren estar muchas horas en su habitación, dejar de participar en videollamadas familiares, no quieren saber nada de sus profesores o sus compañeros… La tendencia al aislamiento en los niños o en las familias debe ser valorada como una situación de riesgo.

Por otro lado también es muy importante estar atentos a los niños que entran en una escalada de malestar, irritabilidad o ansiedad. No logran calmarse por los adultos que los cuidan y no acaban de recuperar su nivel de seguridad previo o una situación de cierta tranquilidad.  

En estos casos es importante consultar, inicialmente con el pediatra o con alguna consulta especializada de Salud Mental.

También si los padres sienten de forma muy frecuente angustia, irritabilidad y malestar. Si no encuentran momentos en los que se sientan bien o disfrutan en el cuidado de sus hijos; o si ante sus demandas se ven muy desbordados o sienten que pueden perder el control. 

PARA TERMINAR

Dos ideas más que he leído en estos días y quiero compartir…

El valor del “aburrimiento” como algo beneficioso para los niños, un tiempo en el que desconectar de tareas o pantallas y permitir que el cerebro disminuya su ritmo y facilite otro tipo de conexiones neuronales.

La importancia del altruismo y la solidaridad, “el ser humano es la única especie capaz de cuidar de los que no conoce”. Pensar sobre ello y explicarlo a los niños nos ayuda a todos en estos momentos en los que necesitamos “quedarnos un poco más en casa”.

Y terminar con una referencia sobre la Antropóloga Margaret Mead:

«Hace años, un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba ella que era el primer signo de civilización en una cultura. El estudiante esperaba que Mead hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler.

Pero no. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que se había roto y luego sanado. Mead explicó que en el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a tomar algo o buscar comida. Eres carne de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane.

Un fémur roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. Mead dijo que ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización». (Ira Byock).

Un abrazo a todos y Hasta Pronto.

Beatriz Sanz Herrero. Psicóloga Clínica